Es urgente avanzar hacia la economía de la cooperación (Jon Emaldi)

10/07/2018

Que la tecnología y la globalización han cambiado nuestra forma de vivir no necesita muchas explicaciones.  Pero son tendencias que vivimos como amenazas, no como oportunidades.  Por ejemplo, un elemento de gran preocupación es qué va a pasar con el empleo al generalizarse aún más el uso de máquinas interconectadas y con capacidad para aprender.

Sin embargo, sus elementos positivos son innegables.  En concreto, se ha producido una auténtica democratización del conocimiento, están cambiando las relaciones laborales dentro de la empresa, se exigen nuevas relaciones de colaboración entre empresas diversas, y entre empresas y sector público, …

Las Facultades de Empresariales y las Escuelas de Negocio han abandonado el simplismo de que las empresas buscan maximizar el beneficio del accionista.  Estudian la Responsabilidad Social Empresarial, y la Gestión por Valores.  España acaba de trasponer una norma contable europea y las empresas de cierta dimensión están obligadas, desde este año, a publicar con sus cuentas anuales información sobre aspectos no financieros, como los ambientales, su aportación a la sociedad, sus relaciones laborales, o su gobierno corporativo.

Hoy se reconoce que la empresa tiene un papel en la sociedad que no es solo generar riqueza y empleo, sino hacerlo teniendo en cuenta todos los elementos, positivos y negativos que genera su actividad.

Es un discurso pegado a la búsqueda del éxito a largo plazo.  Una de las consultoras más reputadas, Boston Consulting Group – BCG, acaba de publicar un artículo muy significativo titulado “La humanización de la empresa” que animamos a leer.

Su mensaje básico es que el nuevo modelo de empresa de éxito es una empresa humanizada, que es consciente de su papel dentro de la sociedad, que consigue simultáneamente beneficios económicos incrementales para la empresa y también una aportación positiva para la sociedad.

El argumento que aportan es muy simple: se basa en la experiencia.  Sus análisis comprueban empíricamente que las empresas que se plantean objetivos sociales adicionales a la búsqueda del beneficio, obtienen un ritmo mayor de crecimiento, mayor adhesión de sus trabajadores y mejores resultados económicos.

Por el contrario, los efectos que describen por la búsqueda solo del beneficio son: Falta de compromiso por parte de los trabajadores y trabajadoras, utilización miope y exclusiva de la tecnología para la reducción de costos, falta de confianza de los ciudadanos hacia la aportación y el papel de las empresas (y de los empresarios), desigualdad creciente entre clases y niveles sociales.

Las referencias cuantitativas que aportan son contundentes: parten del comportamiento entre 2005 y 2016 de las 500 mayores empresas cotizadas americanas.

BCG destaca los efectos negativos de la actividad empresarial sobre el cambio climático y las desigualdades.  Asumir el papel social de la empresa implica la búsqueda de un equilibrio entre los objetivos de accionistas, trabajadores y trabajadoras, sector público, incluso otras empresas competidoras o proveedoras.  Equilibrio que implica cooperación y relación a largo plazo.

Dicho con nuestras palabras, la conclusión es que la rentabilidad a largo plazo, en un mundo globalizado e interrelacionado, implica una cultura de cooperación.

BCG define algunos pasos estratégicos en el camino hacia la asunción del papel social de la empresa.  En primer lugar, proponen que los líderes de la empresa expongan y describan con claridad el objetivo de aportación social de la empresa, aplicando medidores y gestionándolos con el mismo rigor que el resto de objetivos empresariales.  Otro elemento básico es la visión de largo plazo, incluso en las apuestas por la tecnología, de modo que la explotación de las oportunidades abiertas por el avance tecnológico partan de la aportación y el valor añadido de los trabajadores, logrando su vinculación con los objetivos de la empresa.  Objetivos alejados de un enfoque solo hacia la reducción de costes.

Para las personas en el entorno de MONDRAGON, en el fondo de estas reflexiones está uno de los mensajes más básicos de Arizmendiarrieta: El objetivo de crear cooperativas como un modelo de empresa económicamente viable y a la vez más humano y más solidario, es Mejorar la empresa para mejorar la sociedad.  Estos elementos que se destacan ahora como claves para el éxito a largo plazo los posicionó Arizmendiarrieta en los genes de nuestras cooperativas: aportación social, visión de largo plazo, aportación y valor añadido de las personas socias, propietarias, y motor básico de desarrollo de las empresas.

Nuestra visión es que también las empresas por acciones tienen que asumir su papel en una nueva economía en la que la cooperación es un elemento ineludible.  La extensión de estas ideas es urgente, porque la competitividad y el futuro a largo plazo pasa, en lo interno por la cohesión y la solidaridad para que cada trabajador y trabajadora aporte un valor añadido creciente.  Y en lo externo por la cooperación entre distintos agentes y distintas empresas, no solo proveedoras, y por supuesto con otros sectores como el público o las entidades sin ánimo de lucro.

El motor del cambio hacia una empresa humanizada no es el buenismo, sino la necesidad. Así lo ven también consultores globales tan prestigiosos como Boston Consulting Group.

Jon Emaldi

Miembro de la Junta Directiva de ALE – Arizmendiarrietarren Lagunak Elkartea