Hiru ikasbide garaiberrietarako (Joxan Rekondo)

23/05/2020

 

La pandemia ha puesto en cuestión los sistemas de protección y seguridad de nuestro mundo. Hemos actuado como si todo estuviera en nuestras manos, como si cada día pudiésemos comenzar de cero y actuar sin responsabilidades ante el futuro. En el marco de esa ‘autocomplacencia’, como si todo el conocimiento nos fuera accesible y pudiéramos vivir sin riesgo. Todo eso es lo que se ha demostrado equivocado.

 

La historia no comienza con nosotros ni acabará con nosotros. Tenemos un itinerario histórico del que se ha resaltado nuestra mejor disposición a la acción que a su relato. Un sentido comunitario ligado al territorio y fundamentado en el respeto a la persona y la defensa de la libertad. En estos rasgos de nuestra experiencia podemos hallar, acaso, las enseñanzas más saludables para el nuevo tiempo que viene.

 

En esa historia, tenemos personajes de trayectoria brillante, que han querido y logrado expresar ese sentido colectivo. Los que creemos que es insuficiente actuar sin una orientación moral, podríamos recurrir a tres de esos personajes para que nos iluminaran al adentrarnos en ese nuevo periodo que se nos abre.Jose Miguel Barandiaran, Jose Antonio Agirre y Jose Maria Arizmendiarrieta podían ser los personajes elegidos.

 

Los tres actuaron en medio de las más fuertes contradicciones de los tiempos modernos. Pero, los tres son conocidos porque fueron maestros a la hora de expresar el genio de nuestro pueblo, y porque en ese sentido contribuyeron a ambientar o promover importantes iniciativas populares. A continuación se exponen manifestaciones seleccionadas de los tres, que pueden ayudarnos a encontrar la iluminación que necesitamos en estos oscuros momentos:

  1. José Miguel Barandiaran: “no dependemos de nosotros mismos en todo”. Si algo ha dejado claro el virus es que no disponemos de todas las claves de la vida humana. Para Barandiaran, ahí se halla el fundamento del humanismo. Cuando habla de ello, el se refiere a una transcendencia que nos llevaría a Dios. Y, a través de Él, a las obligaciones que nos unen con el prójimo. Se puede decir esto mismo desde una visión laica. Por una parte, deberían subrayarse los deberes ligados a la socialidad humana y la intergeneracionalidad. Y, por otro lado, lo que dice Barandiaran remite a la finitud del conocimiento y de las facultades humanas.
  2. Jose Antonio Agirre: «Es tiempo de reconstrucción…  Ningún vasco debe quedar inactivo en esta hora de esperanza y menos confiado en las virtudes exclusivas del auxilio exterior… todos somos necesarios, cada cual que ofrezca en virtud de su capacidad, desde el lugar donde realiza su trabajo. Sepamos que las grandes victorias se han logrado con la coordinación de muchos pequeños esfuerzos”. He aquí el signo del nuevo tiempo que comenzamos a vivir. Un tiempo que está cambiando el escenario previo a la propagación del virus. El pluralismo de la sociedad vasca tiene raíces profundas, y no desaparecerá. Las heridas del pasado siguen sin estar cerradas. Pero, los muros de contención separadores de las ideologías habrán de deshacerse, si todos participaran del esfuerzo de reconstrucción. La primera urgencia: sociedad y economía.
  3. Jose Maria Arizmendiarrieta: Hay que vivir y durar. El mero durar es una pobre aspiración. “El signo de la vitalidad no es durar, sino renacer y adaptarse”. Y, para eso, quejarse sirve de muy poco. De ahí que repitiera la consigna “no lamentos, sino acción”. Sin paternalismos, “sin esperar licencia de nadie, no son pocas las cosas que podemos hacer por nosotros mismos”. A partir de esta libertad activa, mostró que las acciones que respondían a la resolución de necesidades eran acciones que facilitaban la unión.

Con el consejo de estos tres personajes, podríamos tener el discurso y la hoja de ruta más fecundos para los nuevos tiempos.