Recuperación solidaria (Javier Retegui)

23/05/2020

 

Recuperación solidaria

 

“Las necesidades unen, las ideas separan” (Arizmendiarrieta).  La aparición de la pandemia COVID-19 ha generado un cambio sin precedentes.  La confrontación ideológica ha pasado a segundo plano siendo sustituida por la cooperación solidaria.  Concepciones políticas, diferencias territoriales, intereses de distintos estamentos y actitudes personales, se ponen de acuerdo en afrontar prioritariamente la superación de la pandemia y en la atención a los colectivos más desfavorecidos.

La vanguardia de la lucha es protagonizada por el estamento sanitario que afronta la avalancha de casos, con precariedad de medios y actitudes heroicas, respaldada por la retaguardia de toda la sociedad.  Administraciones, fuerzas de orden público, prioridades presupuestarias y la población, se ponen a su servicio y acatan los condicionantes que requiere la batalla.  Con todo este esfuerzo se está doblegando la progresión de la enfermedad y se espera que, en mayor o menor plazo, se llegue a superar y retornar a la vida normal.

Tras la fase aguda de la crisis nos espera un panorama desolador. Actividad económica paralizada en un mercado global, también bajo mínimos y al ralentí. La salida de la crisis va a ser lenta, desigual por sectores y condicionada por la pandemia, que no acaba de superarse.  A esta situación de penuria nos enfrentamos desde una estructura económica que contiene en sus raíces fuertes desequilibrios y problemas. Al desastre ecológico se unen el desequilibrio poblacional, un sistema económico que soporta crecientes cargas pasivas y la situación de colectivos excluidos del circuito económico.  Partimos de una economía en “equilibrio inestable” mantenida, a duras penas, mediante sucesivos “parches”.  La actual crisis nos enfrenta con dureza con nuestra realidad.

Se abre un nuevo frente de batalla, no menos urgente y grave que el anterior, que requiere de nuevos protagonismos y actitudes. Identificar los actores, establecer tácticas, aunar voluntades y articular colaboraciones se convierte en necesidad imperiosa.

Los poderes públicos, primeros interpelados, están reaccionando con vigor poniendo recursos extraordinarios para la reactivación.  Todos los recursos van a ser necesarios pero su esfuerzo unilateral no es suficiente. El mundo empresarial, el poder del capital y las leyes de mercado, son la vanguardia de esta nueva batalla pero confiar exclusivamente en su capacidad para resolver los problemas es quimérico y fuera de la realidad. Requieren de la retaguardia que soporte, alimente y provea de cobertura y apoyo.

La sociedad cuenta con una riqueza inexplorada, con gran capacidad y que podría modificar la estructura económica.  Es la red educativa, especialmente en sus fases superiores, así como la red de centros tecnológicos y de investigación que podría tener una intervención más dinámica y activa en la transformación estructural.  Esta intervención adquiere especial relevancia cuando afloran nuevos y desconocidos sectores económicos y se transforman las bases de los sectores tradicionales.  En este mundo en transformación su intervención es decisiva.  Es la fuerza de la comunidad. Su participación activa modifica la estructura económica poniendo en activo las consideradas “cargas pasivas”.

La organización de estos tres grandes actores de la superación de la crisis es una nueva experiencia que se debe afrontar.  No se trata únicamente de salir de la crisis, sino de marcar la dirección y voluntad de una transformación económica.  Requiere de posicionamientos estratégicos compartidos y de establecimiento de procedimientos de cooperación entre diferentes.  La visión avanzada, la definición de objetivos ambiciosos de transformación y la aportación ilusionada y solidaria, son condicionantes necesarios.

Las nuevas formas de enfrentarse a la crisis requieren de ámbitos de cooperación: entre capital–trabajo, entre empresas, público–privado, educación– actividad económica, etc.  Son espacios que se han experimentado con profusión en el País Vasco y que requieren, para su activación efectiva, de la proyección estratégica del País.  Es la hora de afrontar grandes transformaciones sin pretender, únicamente, restablecer las precarias condiciones anteriores.

Las crisis son dolorosas pero también motivan transformaciones necesarias.  Desde el dolor de las víctimas, afrontemos con ilusión las nuevas perspectivas que se nos presentan.  Abramos un horizonte de esperanza a la dureza de los acontecimientos sufridos.

 

Javier Retegui

Miembro de la Fundación Arizmendiarrieta