Socios cooperativos (Andoni Mujika)

03/10/2016

Cooperativas: el trabajo y el capital hoy

El significado de ser socio/a trabajador

A lo largo de estas líneas se pretende subrayar la importancia que tiene la figura del socio trabajador como uno de los elementos de sentido centrales de la identidad cooperativa; también sus paradojas, perversiones y algunas propuestas para el debate.  Se trata, en definitiva, de intentar rescatar este factor central de la cooperativa para un análisis actual, y provocar debate y propuestas.

En el planteamiento cooperativo de los años más ricos en la creación y multiplicación de este fenómeno en el País Vasco, hablamos de las décadas de los 50 y 60 del siglo pasado, las cooperativas, mediante la creación de la figura del socio-trabajador, ofrecieron por un lado, una propuesta real para democratizar la empresa y poder participar en ella, convirtiendo al trabajador en sujeto del proceso empresarial.  Desde ahí se formuló la máxima de ‘un socio, un voto’ que permite que el socio-trabajador cuente con la última palabra ante las decisiones más estratégicas de la cooperativa.  Y por otro lado, colocaron encima de la mesa una salida novedosa y concreta a la principal batalla histórica que planteaba la izquierda marxista: la lucha entre el capital y el trabajo.  Y las cooperativas supieron anteponer el trabajo al capital, es decir, concedieron a la persona dentro de sus estructuras un mayor valor que al capital.  Fue su emancipación.  Hoy, que ya estamos habituados a la realidad de las cooperativas, esto no nos sorprende especialmente, sin embargo hace sesenta años fue un planteamiento radicalmente valiente e innovador.

Una organización compuesta por un colectivo que es dueño de su trabajo es una de las señas de identidad cooperativa más consistente.  Se trata de un claro elemento que ofrece mucho sentido al cooperativismo.  Esta condición significa para la persona socia que es trabajador y también propietario de la empresa, al mismo tiempo.  Son dos atribuciones relativamente paradójicas, pero que han de ser gestionadas con responsabilidad empresarial, humana y social en una tarea de buena pedagogía cooperativa, de equilibrio y de madurez.

No obstante, la práctica real de esta condición ha sufrido algunas perversiones y ha creado algunas injusticias.  Podríamos agruparlas en tres:

La primera, y quizás la más grave, está relacionada con el propio significado de ser socio/a, esto es, el ser un sujeto emancipado; dueño de su trabajo a nivel individual y dueño, junto con el resto, de un proyecto colectivo.  Parece que para una parte demasiado importante de socios/as esto ha dejado de ser un elemento principal de sentido.  Para éstos lo más importante es conseguir un estatus que los convierta en intocables, y que el ‘Grupo’ les asegure el puesto de trabajo de por vida, pase lo que pase.

La segunda se refiere a la insolidaridad entre compañeros/as y a la falta de compromiso con el proyecto socio-empresarial de algunos/as socios/as . A veces, se percibe que el colectivo de socios es un colectivo privilegiado en el seno de las cooperativas.  Parece que en ocasiones, algunos/as socios/as ‘utilizan’ ese estatus frente a los derechos de los trabajadores eventuales, frente a su proyecto cooperativo, y también frente al nivel de compromiso con el trabajo de sus compañeros/as socios más comprometidos.

Vamos a describir un poco más la cuestión, por partes.  Con respecto a los eventuales, parece que ante ciertas situaciones un tanto delicadas (crisis institucionales, ajustes, reparto de las tareas más costosas, crisis económicas…) que se le plantean a toda organización, los socios/as son -en última instancia- la prioridad absoluta y el colectivo a defender.  En definitiva, que se respira una atmosfera de ‘corporativismo’ y ‘seguridad especial’ por parte de los socios/as y para ellos/as.  Estas situaciones o ventajas siempre se pueden explicar, pero encierran un grado de injusticia sospechosa con el ideal y los valores cooperativos.  Y por otro lado, se produce, como hemos dicho, la injusticia del socio insolidario hacia el total del colectivo de socios comprometidos y hacia el propio proyecto cooperativo.  Se podría decir que estas actitudes son el fruto del insuficiente nivel de compromiso y conciencia cooperativa.  Dicho sea de paso, sería interesante seguir profundizando en el análisis de sus causas y seguir trabajando para corregirlas.  Pero volviendo al tema se sabe que esa situación de privilegio de los/as socios/as no va a cambiar nunca; se asume, con cierta contrariedad y resignación, que todos/as los socios/as son ‘intocables’.

Y la tercera gran perversión se encuentra en el periodo de tiempo totalmente abusivo en el que se ha mantenido, y a veces aún se mantiene, en algunas cooperativas a un porcentaje de eventuales muy elevado.  Esta práctica también hace tambalear la coherencia cooperativa.

Quisiera añadir, llegados a este punto, un argumento que suelen utilizar muy a menudo algunos/as socios/as para justificar su estatus frente a la de los eventuales: suelen decir que los socios/as asumen ganancias, pero también pérdidas (en caso de que las cosas vayan mal para la organización).  De todas formas, este argumento cae por su propio peso porque todos/as los eventuales quieren ser socios/as, en mi entorno desde luego sí, y sin ninguna excepción.  Y ningún socio/a desea volver a ser eventual, ninguno.

Acerquémonos, sin más dilación, al bloque propositivo.

Propuestas para el debate y la mejora

En primer lugar se parte de la convicción de que el propio hecho de debatir y proponer aporta en sí mismo vitalidad y sentido a la cooperativa que lo hace.  En esta dirección, además, estimo que este problema cuenta con un potencial de motivación importante para activar un debate vivo.

Apuntemos, para empezar, una apreciación básica, pero estimo que muy real.  Con esta cuestión, seguramente, hemos tropezado con un problema de naturaleza humana, y no tiene muchas más vueltas en ese sentido: la propia condición humana; es decir, la insolidaridad real y la falta de compromiso que caracteriza a una parte significativa de las personas.  Por ello, además de debatir, no deberíamos ser demasiado ingenuos/as.  La mejora podría venir mediante propuestas y normas concretas aprobadas en los órganos competentes que sirviesen de ‘elementos-correctores’ para minimizar estas situaciones de injusticia.

Vamos a señalar algunas propuestas concretas que podrían ser objeto de debate en las cooperativas:

  • Estudiar la posibilidad de evaluar el compromiso con el proyecto de los socios-trabajadores para buscar un mayor nivel de solidaridad y justicia entre socios, y entre socios y eventuales.  Abrir procesos de discusión con este tema en los colectivos de las cooperativas. ¿Podría ser una norma en el Reglamento Interno? ¿Una decisión de la asamblea y que lo implementase un agente especializado en evaluación? ¿Del Consejo Rector? Ahí está la propuesta para el debate.
  • Hacer cooperativas más pequeñas y descentralizar las ‘grandes’.  Perseguir la idea de federarse o asociarse más que la de crear ‘una gran empresa’ o practicar estrategias de fusión.  Podría ser una decisión en la que la insolidaridad no se pudiera ‘esconder’ tan fácilmente entre la gran ‘masa’.  Junto a esta estrategia sería muy interesante identificar a los líderes cooperativos con mayor potencial para que fomentasen la cultura y la práctica de la justicia y de la identidad cooperativa.  Este podría ser un segundo punto de discusión.
  • Establecer un nuevo sistema (herramienta) en el proceso de elección de socios.  Que evalúe, por un lado y especialmente, el nivel de compromiso de la persona candidata a socia con el proyecto y con las personas.  Y por otro lado, que este nuevo sistema evite, lo más posible, el peligro de arbitrariedad e injusticia que podría producirse en la elección del nuevo socio/a por parte de la dirección y del Consejo Rector.  Parece que los métodos de elección de socios/as actuales se podrían mejorar.  Sería interesante sintonizar el sistema de elección con los objetivos que persigue cada cooperativa.  He aquí otra cuestión a debatir.
  • Periodo de eventualidad del trabajador en la cooperativa.  Sería pertinente reflexionar en las cooperativas en torno a la política que se debe establecer en lo referente al tiempo que debe de ‘esperar’ un trabajador en situación de eventualidad, y reducirlo al máximo posible.  También es importante cuidar una comunicación sincera, directa y sistemática con estas personas en relación a este tema.  Podría ser otro tema más de debate.
  • La diferencia entre las retribuciones.  Aunque es sabido que en las empresas de capital la franja salarial es mucho mayor que en las cooperativas, pienso que este debate y una nueva propuesta en la dirección de reducir al máximo esa diferencia tendría una ‘fuerza moral’ extraordinaria.  También para la cuestión que nos ocupa en esta reflexión.  Otras ventajas: ofrecería una coherencia cooperativa de gran calado simbólico; aportaría un grado de igualdad y justicia entre socios y entre socios y eventuales sin precedentes; supondría una ventaja empresarial, a mi juicio, significativa; ofrecería una autoridad moral mucho mayor a los miembros con responsabilidades dentro de la organización; sería una acción que tendría mucha repercusión en el plano de la justicia real, tanto hacia dentro como hacia fuera de la cooperativa.  Aquí contamos con otro gran tema de discusión, difícil, pero vivo y con sentido.
  • Apostar por la educación, la sensibilización, el debate y la formulación de propuestas. No pensar que estas cuestiones tienen respuestas fáciles. Tener la certeza de que son cuestiones complejas, pero que hay que abordarlas para ir conquistando mayores cotas de justicia.  Y tener la convicción de que el propio debate y la formulación de propuestas sobre temas que nos afectan directamente son un ejercicio que da sentido y revitaliza el cooperativismo.  Este podría ser un punto para la reflexión de las acciones.

Conclusión: la importante desigualdad en el compromiso con el proyecto cooperativo entre socios, y entre socios y eventuales, deben ser debatidas en el seno del cooperativismo y son precisas propuestas innovadoras y valientes.  Quizás nos jugamos con este tema algo más importante para el cooperativismo de lo que parece a primera vista, es decir, la búsqueda de justicia y la propia regeneración cooperativa.

Andoni Mujika