Marca Navarra (Esteban Morrás)
26/02/2019
Recientemente escuché en una conferencia que no estamos ante una época de cambios sino ante un cambio de época.
No puedo estar más de acuerdo con esa afirmación y la primera reflexión sobrevenida a dicha circunstancia es que en la nueva época que estamos comenzando, Navarra avanzará muchos puestos en un hipotético ranking de calidad entre las regiones del mundo o los retrocederá, en función de que sea capaz o no de anticiparse a las demandas de esta nueva época.
En el punto de partida contamos con aspectos positivos como un equilibrio social con mucha menor diferencia de clases que en otras partes del mundo, una mayor oferta educativa y el hecho de que sabemos hacer bien muchas cosas distintas en sectores tan importantes como salud, alimentación, automoción o energía y una tierra vale tanto como cosas sabe hacer.
Nuestros puntos más negativos en mi opinión, son la baja cultura de empresa y de emprendimiento con la que contamos y el tener un nivel de consenso demasiado bajo para ser tan pocos como somos. Ambos aspectos se traducen en que en los últimos años hayamos pasado de ser una tierra que mantenía o atraía talento a otra que claramente lo exporta y que como consecuencia de ello no progresa tanto como pudiera y debiera hacerlo.
En el fortalecimiento de ambos aspectos negativos hemos estado colaborando a título personal, durante los últimos dos años, un grupo de mujeres y hombres navarros que trabajamos como sindicalistas, como empresarios o como políticos de todos los partidos.
Para ello fuimos invitados por la Fundación Arizmendiarreta (la del cura que creó hace 75 años las cooperativas del Grupo Mondragón) a participar en un Seminario sobre un Modelo Inclusivo-Participativo Navarro de Empresa.
Tras un primer encuentro un poco frío y de tanteo en una tarde invernal en el Baluarte, fuimos poco a poco tomando confianza los unos con los otros, al percibir que compartíamos una visión de la empresa como medio de sustento y de realización profesional de todos los que la formamos y como instrumento esencial de generación de riqueza con la que sostener y mejorar nuestro estado de bienestar.
Desde esa base de confianza, consensuamos un documento que propone un cambio real en el actual modelo de empresa, que debe cimentarse sobre la base de que todos sus integrantes reciban una información transparente, veraz y sistemática sobre resultados, estrategias y hechos relevantes, equiparando en este campo a trabajadores y accionistas.
Y dicho cambio trata de conseguir que los trabajadores sientan también como suya la empresa, mejorando su compromiso, su responsabilidad y su capacidad de innovación dentro de la misma, para lo cual deben tener salarios dignos y mejores mecanismos para ir compartiendo los beneficios, la gestión y la propiedad.
El documento contiene también recomendaciones sobre buenas prácticas en reinversiones de beneficios para crecimiento, innovación y formación de todo el capital humano de la empresa, en políticas de honestidad fiscal evitando rotundamente paraísos fiscales, en readaptación de trabajadores afectados por la revolución tecnológica, en instrumentos de mediación para solucionar conflictos o en destinar un porcentaje de los beneficios a apoyar en la solución de problemas sociales o humanitarios dentro de una progresiva política de responsabilidad social corporativa.
En suma, se ha comenzado a definir un esquema de empresa globalmente excelente, que a base de potenciar su unidad interna consiga ser más líder y más fuerte que sus competidores y que prime su desarrollo global y a largo plazo además de su tradicional maximización del beneficio a corto.
Y en el mes de Febrero de este 2018 que estamos ya terminando, se presentaron en el Parlamento de Navarra las conclusiones del Seminario solicitando una moción de apoyo a las mismas, que fue aprobada por UNANIMIDAD de todos los grupos políticos el 19 de Junio.
Estoy seguro de que cada uno de los grupos políticos presentes en la sesión hubieran redactado el documento de manera algo diferente a lo que lo hicimos nosotros, pero parece que ese día resonaron en sus cabezas unas palabras muy repetidas por el cura Arizmendiarrieta, en las que decía que “ideal es hacer el bien que se puede, no el que se sueña”.
Sin duda un buen primer paso en la dirección correcta, al que en las próximas semanas puede seguirle otro por el que Navarra utilice su autonomía fiscal, para estimular las ventas que al final de su vida laboral pueda hacer un empresario en favor de todos o parte de sus trabajadores, las compraventas o cesiones de acciones de la propia empresa a sus trabajadores, o la realización de patentes o invenciones por parte de los mismos que generen rendimientos compartidos.
Siendo unos buenos comienzos, de poco servirían si en los próximos años no perseveramos en lograr en nuestra tierra el mejor modelo de empresa para progresar en un mundo en el que la información y la tecnología están siendo puestas a disposición del talento y del trabajo, lo que está redundando en avances tecnológicos absolutamente extraordinarios generados desde cualquier parte del mundo y muy especialmente desde Asía.
Podemos y debemos formar parte de lo mejor de esta nueva época, desde nuestro ínfimo tamaño fuimos capaces en las últimas décadas de hacer aportaciones muy relevantes en la sustitución del petróleo por las energías renovables para posibilitar un mundo mucho más sostenible y equilibrado y estamos obligados a intentar repetirlas, porque una de las características de este cambio de época, es precisamente el que se han creado canales de llegada a mercado para que pequeños equipos con mucho talento y muy unidos puedan batir a grandes corporaciones.
Son muchas más las cosas que nos unan a los navarros que las que nos separan y con más consenso y más objetivos comunes, podemos lograr que nuestros periódicos hablen cada semana de talento que retorna a su tierra o que viene aquí para hacerla suya y no solo del que quizás no tuvo más remedio que optar por la diáspora.
Esteban Morrás.