Socialismo o comunitarismo. El Economista. Sabin Azua

07/12/2023

Socialismo o Comunitarismo

Me ha aparecido oportuno traer a la palestra el título del libro de Manu Robles Aránguiz, Fundador y presidente de ELA-STV, hoy sindicato mayoritario en Euskadi, como un referente del llamado “modelo vasco” que ha contribuido a generar uno de los territorios con menores niveles de desigualdad social en el contexto mundial, una vía diferenciada del modelo liberal y del modelo socialista de ideología política.

Hoy tenemos evidencias que atestiguan que nuestro Modelo Comunitario de País presenta una serie de resultados que avalan el acierto del propósito estratégico de situar el Bien Común por encima del Bien Particular. Entre estas evidencias cabe señalar la elevada posición de Euskadi en el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas, el índice Gini que mide el nivel de desigualdad social, nuestro resultado de nivel salarial Medio (superior a la media de la UE), el menor número de personas en riesgo de exclusión que hay en Euskadi, una tasa de desempleo inferior a la de nuestro entorno, el nivel de escolaridad, de atención y cuidados a las personas,  o el peso de la actividad industrial que genera empleo de calidad y bienestar para la sociedad.

No pretendo decir que no tenemos problemas, ni áreas de atención social insuficientemente satisfechas, o que la búsqueda de reducción de desigualdades sociales e incorporación de las personas en régimen de exclusión no deba ser una prioridad para nuestra sociedad. Mientras haya una persona desempleada, una persona en exclusión, una persona sin atención para sus necesidades, no podremos dar por concluida la tarea. Como dice María Mazzucato: “la Comunidad siempre tiene como finalidad poner la vida en el centro de las decisiones de la economía y de la política”.

Entiendo que la respuesta colectiva a los nuevos retos sociales debe potenciar a la Comunidad como el marco en el que desplegar su transformación social y competitiva. Desde un respeto por el emprendimiento individual y su desarrollo, necesitamos que la vida social se asiente sobre la responsabilidad, la cooperación, la subsidiariedad, la solidaridad, el valor compartido, la preminencia del bien común sobre el bien individual, el acuerdo, el compromiso intergeneracional porque debemos dejar a quienes nos sucederán un mundo mejor que el que hemos recibido). La máxima “todo mundo aporta en función de sus capacidades y, recibe en función de sus necesidades”, cobra especial sentido en esta visión comunitaria de la sociedad, en el marco del compromiso colectivo por lograr los mayores niveles de justicia social posibles.

Hoy más que nunca, se hace necesario poner el énfasis de todas las políticas públicas en la persona y en la Comunidad como eje central de actuación, instrumentar mecanismos para promover el avance en el bienestar tanto de las generaciones actuales como de las futuras, establecer una gobernanza colaborativa en procesos de cooperación con la sociedad y otras instituciones. Debemos recuperar el valor de lo público como herramienta de desarrollo económico y social, desarrollar políticas activas para generar igualdad de oportunidades de desarrollo para todas las personas. Es tiempo de repensar nuestro modelo educativo que será la esencia de una comunidad cohesionada y competitiva, promover una política fiscal que ahonde en su progresividad y en la generación de comportamientos solidarios, promover mecanismos de participación de las personas en la construcción de la Comunidad, involucrar a todos los trabajadores públicos y agentes sociales en la mejora de los servicios a la ciudadanía, continuar avanzando en acercar los servicios asistenciales a las personas a su hábitat favoreciendo una política de cuidados más eficaz, apostar decididamente por la industria manufacturera, etc.

Tenemos pendiente una labor inmensa. Existen muchos síntomas en nuestra sociedad que no contribuyen a desarrollar el modelo comunitario que avance en la construcción de una sociedad más igualitaria. La inmediatez, el hedonismo, un elevado nivel de apuesta por los intereses individuales frente al bien común, una menor apelación a la responsabilidad individual en la construcción de los proyectos de la organización o sociales, un menor compromiso intergeneracional, son algunos de los rasgos que se aprecian en numerosos estudios sociológicos de nuestra sociedad en cuanto a comportamientos y actitudes.

No se corresponde el nivel de conflictividad laboral y social con la realidad de nuestro país. La apelación de Manu Robles Aránguiz a la generación de espacios de Comunidades de Personas en las empresas ha sido sustituida por una dinámica de confrontación. El número de huelgas (en ocasiones el carácter de estas) existente es propia de un país en coma económico (no real), el nivel de absentismo laboral alcanza niveles muy graves, la conflictividad en los servicios públicos no tiene una justificación real y genera una situación de desigualdad con el posicionamiento de autónomos y trabajadores de empresas. Los sindicatos tienen que ser fuertes para avanzar en las condiciones de los trabajadores en las empresas, pero conscientes de la necesidad de generar espacios que favorezcan la competitividad futura de las organizaciones en una comunidad.

El conjunto de todo ello impulsa a buscar una economía más humana, más centrada en contribuir a enfrentar las necesidades sociales y generar espacios para la creatividad y el desarrollo personal y profesional, en un entorno internacional en la que la lucha por el talento va a ser uno de los factores críticos de competitividad. Necesitamos empresas cada vez más democráticas, participadas y potenciadoras de las capacidades de las personas.

Necesitamos promover el crecimiento como fuente de riqueza y no como mero dogma. Generar un modelo de relaciones laborales no basado en la confrontación sino en la colaboración, consolidar el papel del empleo como elemento de inclusión social y desarrollo personal, promover mecanismos comunitarios como respuesta al individualismo que se acelera en la sociedad, o diseñar ecosistemas de competitividad que integren acciones de gobiernos, empresas, organizaciones no gubernamentales, centros educativos, asociaciones, etc. Si como dijo José María Arizmendiarrieta: “la rebeldía humana es siempre invencible”, enfoquemos nuestra rebeldía a generar una comunidad más solidaria e igualitaria.

En mi opinión, debemos potenciar el sentido de dirección que marcó José Antonio de Aguirre en sus alocuciones como Lehendakari: debemos trabajar por la liberación nacional y social de nuestra Comunidad. Debemos dotarnos de un propósito estratégico de situarnos como una nación con presencia propia en Europa sobre la base de un modelo de identidad propia, enriquecida por la presencia de la multiculturalidad, y a un modelo de comunidad que contribuya a alcanzar la sociedad con menores niveles de desigualdad en todos los ámbitos.

 

Sabin Azua
Presidente de EUSMEX S.L.