Arrabales del poder (Javier Retegui. Grupo Noticias)

30/06/2022

Arrabales del poder

El ejercicio del poder de dirigir y controlar un país conlleva la responsabilidad de encauzarlo hacia el progreso y bienestar social. El concepto de poder ha evolucionado en el tiempo hasta llegar al actual sistema democrático pero en décadas recientes se han dado cambios que, sin modificar su esencia, alteran el funcionamiento y acotan límites:

Se ha fragmentado pasando del ejercicio autónomo con fronteras y límites definidos (autarquía), a compartirse con entes supranacionales, pactos multilaterales y transferirse a las autonomías.

Y ha perdido la capacidad de ordenar la economía que era ejercida mediante normativas legales, empresas públicas, paridades monetarias y tasas aduaneras.

Ambos cambios plantean nuevas formas de entender el poder y sus límites. Responsabilidades troceadas y economía “por libre” debilitan el concepto tradicional de “estado paternalista”, garante del bienestar. Para entender mejor los límites es preciso analizar las prioridades que motivan a dos poderes esenciales:

  • El poder político se sustenta en partidos que pugnan por obtener la confianza de los ciudadanos. La competencia condiciona prioridades, evita decisiones que conlleven desgaste electoral y limita la actuación al corto plazo (duración del mandato).
  • El poder económico prioriza su atención en la obtención de resultados. Las variables, rentabilidad, riesgo y plazo limitan su campo de acción. El mercado es su reto y la rentabilidad del capital e, indirectamente, el bienestar social inducido, la consecuencia de su éxito.

Ambos poderes funcionan en el corto plazo sin abordar transformaciones estructurales de difícil asimilación social y elevado riesgo económico. Mientras, la ciudadanía sufre la indecisión, clama soluciones, reivindica respuestas y, a la vez, mantiene celosamente “derechos adquiridos” oponiéndose a transformaciones que le afecten.

En este entorno: se ignoran, demoran y, en el mejor caso, se parchean, desequilibrios que alteran la vida social y representan escollos amenazantes. Temas como: deterioro ambiental-cambio climático, reducción de etapa productiva-crecimiento de pasiva, baja natalidad-masiva inmigración, abandono del campo-dependencia alimentaria,… carecen de responsables y no entran en las prioridades. Son los arrabales del poder, sin normativas, responsables ni atención y que, como el cáncer, van minando a la sociedad, y se ubican en los extramuros de la organización.

Aplaudo los esfuerzos de la clase política y de los empresarios por mantenerse firmes pero la solución no está exclusivamente en sus manos. Se necesita la toma de conciencia y participación del conjunto de la sociedad que, además, cuenta con recursos poco utilizados.  Llega el momento de abandonar “paternalismos” y de asumir las realidades en toda su crudeza; la hora de demostrar la madurez y “mayoría de edad” de la sociedad civil.

La sociedad tiene que “cambiar de chip”. No puede limitarse a soluciones paliativas (reactivas) sin afrontar transformaciones estructurales que pongan, a la vez, atención en las oportunidades de generar actividad económica (proactivas). Hacer de la necesidad virtud.  La sociedad civil con personas formadas y rica en instituciones sociales (universidades, entes científicos, tecnológicos, culturales y sociales) debe sumarse a los esfuerzos políticos y económicos para abordar proyectos estratégicos de País. La iniciativa de los proyectos puede partir de cualquiera de las tres partes, pero requiere la concurrencia de todos.

La participación ciudadana representa un nuevo “poder” que aporta: implicación social, dimensión holística (nada le es ajeno) y visión del largo plazo, se nutre de la concienciación social y se rige por principios de cooperación. Es el poder comunitario que cubre carencias y complementa una organización de poderes dispersos y espacios vacíos.

Los tres poderes: político, económico y comunitario, conforman un “trípode” capaz de sostener a la sociedad. No hay problema marginal ni razones de demora. Cada uno en sus funciones, sin interferencias, diseñando estrategias y cooperando. Se trata de dar coherencia de “sistema” a la sociedad, armonizando sus diferentes estructuras.

Se invita a la sociedad civil a asumir liderazgos y a participar en el esfuerzo común, aliándose entre sí, diseñando futuros, aportando soluciones y participando en proyectos, junto con las fuerzas políticas y económicas. Nace la “Economía de Cooperación”.

Xabier Retegi

Miembro de la Fundación Arizmendiarrieta