Contar con el futuro (Guillermo Dorronsoro)
28/09/2019
Hay una charla TED muy divertida de Derek Sivers que explica de forma muy gráfica que, tan importante como la figura del líder carismático que impulsa una nueva idea transformadora, es el reducido grupo de personas que le acompañan inicialmente. Hay que estar un poco loco para proponer una idea innovadora, pero hay que estar más loco todavía para seguir a quien inicia la aventura de transformar…
Me acordaba del vídeo este verano, que se nos han ido dos de las personas que acompañaron de cerca a Arizmendiarrieta en la creación del Grupo Mondragon, José Ormaetxea y Alfonso Gorroñogoitia. El movimiento cooperativo debe mucho a su fundador, y también mucho a los que le acompañaron en su viaje transformador.
En el corazón de este movimiento, late la intuición de que las relaciones entre persona, empresa y sociedad tienen que ser repensadas. Que el capitalismo (al menos como se definía hace medio siglo, o como se define ahora), tiene un recorrido de mejora en el que es posible trabajar, cambiar a mejor.
Esa intuición se ha puesto de moda en la última década. El saldo de los diez años que han seguido a la primera gran crisis global se resume en dos líneas: el capitalismo ha sobrevivido, pero nadie sabe cómo cerrar la brecha de desigualdad creciente que amenaza nuestro estilo de vida. Una brecha que sangra cada día por una herida distinta…
Agosto es un mes distraído, y por eso igual no habrás leído la declaración del “Círculo de Empresarios” de USA, la America’s Business Roundtable. Dice que si la empresa se dedica solo a satisfacer a sus accionistas, no está haciendo las cosas bien. Que los clientes, las personas que trabajan en ella, sus proveedores, la comunidad en la que se inscribe esa empresa, también tienen que orientar de manera decisiva las decisiones de la empresa, porque su propósito debe abarcar a todos estos grupos de interés…
“The Economist” en su portada les contestaba rápido y contundente. Si esas personas quieren opinar, lo que tienen que hacer es comprar acciones de la empresa. Solo los accionistas deben decidir, la empresa es suya y cualquier otra cosa es un lío. Es una perspectiva muy respetable.
Decía Arizmendiarrieta que el signo de la vitalidad no es durar sino cambiar, y tratar de contar con el futuro. Si en ese futuro queremos encontrar más equilibrio entre las empresas, las personas y el conjunto de la sociedad, y el planeta, tenemos que cambiar los mapas que nos han traído hasta aquí…
Un recuerdo agradecido a las personas que corrieron el riesgo de intentarlo (y en muchos sentidos, lo consiguieron).
Un ánimo también para los que ahora están en ello, mucho por cambiar todavía.
Guillermo Dorronsoro