El mundo sigue calentándose peligrosamente. Grupo Noticias. Fernando de la Iglesia
28/07/2025
El mundo sigue calentándose peligrosamente
La Organización Meteorológica Mundial publicó en enero del presente año las cifras de temperatura correspondientes al año 2024. Éstas muestran que fue el año más cálido registrado al superar en cerca de 1,55 °C los niveles preindustriales. Puso fin a una década de un calor sin precedentes, que ha provocado un aumento de los fenómenos meteorológicos extremos, sequías e inundaciones, que han mostrado lo peligrosa que es la vida con el nivel actual de las temperaturas.
¿Cómo hemos llegado a este punto? A partir de la Revolución Industrial se han añadido 2.4 trillones de toneladas de dióxido de carbono a nuestra atmósfera. En los años 70 y los 80 se fue erigiendo una comunidad científica del clima. En 1988, el científico James Hansen advirtió que el calentamiento global era ya un hecho y que sin duda se debía al aumento de las emisiones de los gases con efecto invernadero.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) es el organismo de la ONU encargado de evaluar la ciencia relacionada con el cambio climático. Desde el inicio de su labor en 1988, el IPCC ha preparado informes de evaluación que contribuyen al trabajo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, el principal tratado internacional sobre el cambio climático.
La Quinta Evaluación del IPPC , publicada en 2014, fue una contribución científica decisiva para lograr el Acuerdo de París, por el que 146 países se obligaron a enviar planes de acción para reducir las emisiones a fin de que la temperatura no supere en más de 1.5 grados los niveles previos a la Revolución Industrial. El último, el sexto de 2021, se considera su advertencia más contundente hasta ahora sobre cambios climáticos.
Una pregunta se hace crucial: ¿en qué medida el cambio climático y el calentamiento global contribuyen decisivamente en la intensidad de las calamidades que se cobran vidas y destruyen hogares en todo el mundo?
Las técnicas científicas que se emplean para ello, denominadas atribución climática, están ya bien establecidas. De hecho, un informe de World Weather Attribution encontró que el cambio climático intensificó 26 de los 29 eventos climáticos extremos.
No pocos ciudadanos sienten que los científicos del clima no deberían pintar un panorama tan desolador, que se hacen así desagradables agoreros. Este negacionismo cuenta con adeptos en la clase política. Donald Trump, en su anterior mandato, retiró a su país del Acuerdo de París. (Huelga recordar que Estados Unidos es el segundo emisor mundial de contaminación que calienta el planeta).
Nordhaus, considerado padre de la economía del cambio climático, ha tratado de persuadir a los gobiernos para que aborden este hecho trascendental, y lo hagan preferiblemente imponiendo un impuesto a las emisiones de carbono.
Toda una corriente de economistas ve en el mercado la solución y, sobre todo, recalcan que dado que la energía limpia es ahora más barata que la energía fósil no hay razón para sucumbir al catastrofismo.
Sumando el coste de las catástrofes ambientales y las pérdidas de PIB asociadas a la contaminación no queda sino reconocer que afrontamos costos devastadores, pero las responsabilidades no son iguales. Es innegable que recae en los países industrializados, origen de la mayoría de las emisiones de gases de efecto invernadero, una responsabilidad decisiva en la tarea de reducir las emisiones
En Azerbaiyán se celebró la 29ª Conferencia anual de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Con un enfoque central en la financiación climática, se alcanzó un acuerdo innovador que significa triplicar la financiación para los países en desarrollo, llegando a 300.000 millones de dólares anuales en 2035. Y aumentar la financiación a dichos países, de fuentes públicas y privadas, hasta alcanzar un monto de 1,3 billones de dólares por año para 2035 .
El secretario ejecutivo de la ONU para el Cambio Climático, Simon Stiell, se congratuló por haber logrado un acuerdo, pero los representantes del bloque negociador de los países menos desarrollados manifestaron su indignación ya que del total prometido, tan solo 300.000 millones de dólares procederán directamente de los presupuestos de los países desarrollados y de instituciones financieras públicas, como el Banco Mundial. La gran mayoría de ese dinero debería consistir en donaciones y préstamos a bajo interés, pero la redacción poco precisa implica que incluso ese compromiso está sujeto a restricciones. Denunciaron que este nivel tan bajo de financiación significa muerte y miseria en sus países.
En la convocatoria del jubileo del año 2025, el papa Francisco invitó a las naciones más ricas a condonar las deudas de los países en desarrollo, que nunca podrán devolver, y a que tomen en consideración que hay una verdadera “deuda ecológica”, entre el Norte y el Sur, provocada por el desproporcionado uso de los recursos naturales llevado a cabo históricamente por algunos países. Pero la decisión sigue sin adoptarse. A la par se concede una ayuda financiera que sigue siendo insuficiente y con la nueva administración en Washington el mundo pierde un importante contribuidor financiero.
En el año 2015, se presentó la ‘Laudato si’, una encíclica social de amplio alcance del papa Francisco, cuya pregunta central es ¿qué mundo queremos dejar a nuestros hijos? No es ni ideológica, ni técnica. Es afrontar que la cuestión ecológica es trascendental para nuestra humanidad. A los diez años de su publicación la situación no parece haber cambiado. Para ello, lo primero es tomar conciencia de la situación y luego cambiar nuestros comportamientos. Esperemos que así sea.
Fernando de la Iglesia Viguiristi, profesor de la Universidad Gregoriana en Roma; y
Juan Manuel Sinde, presidente de Arizmendiarrieta Kristau Fundazioa