Empresas esmeralda para un trabajo decente. Grupo Vocento. Juan Manuel Sinde
31/10/2025
Empresas esmeralda para un “trabajo decente”
El próximo 7 de octubre se celebra a nivel internacional la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, concepto que fue lanzado en 1999 por la Organización Internacional del Trabajo y se refiere a un trabajo que sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer: un trabajo libremente elegido, que asocie a los trabajadores al desarrollo de su comunidad; que, de este modo, haga que los trabajadores sean respetados, evitando toda discriminación; que permita satisfacer las necesidades de las familias; un trabajo que deje espacio para reencontrarse adecuadamente con las propias raíces en el ámbito personal, familiar y espiritual…
Es obvio, por otra parte, que la situación ideal consistiría en que dichas características del “trabajo decente” estén inscritas en los valores, cultura y sistemas de gestión de las empresas, que son las que ofrecen la mayor parte de los empleos por cuenta ajena. No se trataría, por tanto, de una reivindicación retórica, sino de trabajar para que las empresas asuman los valores humanistas citados y los apliquen en sistemas de gestión coherentes con los mismos.
Para avanzar en los mismos recogemos aquí la propuesta de las llamadas “empresas esmeralda” término acuñado por Frederic Leloux, autor del libro Reinventar las organizaciones, que fue aclamado por el analista editorial del New York Times, como el libro de negocios más importante e inspirador que ha leído nunca. En él propone una nueva manera de funcionar en las empresas basada en la autogestión de los grupos de trabajo, la plenitud/integridad de las personas y la estrategia/propósito evolutivo de la empresa, destacando que es posible evolucionar hacia modelos organizativos que generen un mayor bienestar a las personas y que, a la vez, aseguren la sostenibilidad económica de las organizaciones. Subraya que la supervivencia de las empresas y hasta de la propia especie humana depende de nuestra capacidad de alcanzar niveles de conciencia más elevados que nos permitan encontrar nuevas formas de colaborar.
Según dicho autor las empresas esmeralda deben ser un ejemplo de comportamientos asociados a tres avances que califica de revolucionarios, que se concretarían de la forma siguiente:
1.-Autogestión, basada en a) la confianza, teniendo en cuenta que la libertad y la responsabilidad son las dos caras de la misma moneda, b) la información transparente y la toma de decisiones compartida, recordando el poder de la inteligencia colectiva, y c) la responsabilidad y el compromiso, fomentando el contrastar nuestro compromisos con los de los demás y estimulando no limitar el ámbito de preocupación al área específica de nuestras funciones.
2.-Plenitud, que se concreta en a) recordar que todos tenemos el mismo valor como personas y que la comunidad empresarial se enriquece fomentando que todos sus miembros puedan contribuir desde perspectivas diferentes, b) estimular un clima de trabajo seguro y amable, creando entornos en los que cada uno pueda comportarse de manera auténtica c) dignificar todas las partes que nos constituyen como personas: la cognitiva, la física, la emocional , la espiritual,…d) dar permanentemente oportunidades de aprender y e) gestionar las relaciones y los conflictos buscando la responsabilización de cada uno de sus palabras y acciones.
3.-Propósito, considerando que a) la organización tiene un alma y un propósito colectivo propio, b) cada uno de nosotros tiene una vocación personal que sería conveniente alinear con el propósito colectivo, c) es inútil controlar y predecir el futuro y d) no se debe subordinar el propósito a los beneficios a corto plazo ya que si nos centramos en el propósito los beneficios llegarán de forma natural. En ese sentido, recalca que “el dinero es como el combustible del cohete. Lo que quiero realmente es llegar a alguna parte, no acumular combustible”.
Para avanzar hacia una empresa esmeralda el autor advierte que buscar un propósito inspirador debe ser el primer aspecto a abordar. Otro aspecto crítico es que la gente debe confiar en el líder: para que los trabajadores se impliquen en prácticas de autogestión deben percibir que las intenciones de los directivos “son de fiar”.
Ayudaría, por fin, alinear la autenticidad de las personas con el propósito general, ya que todos anhelamos un propósito en el mundo, por lo que es posible que la mayor parte de los trabajadores terminen acogiendo con entusiasmo aquellas prácticas que ponen el propósito en el centro de la toma de decisiones.
Aspectos todos ellos que ligarían una oferta de “trabajo decente” con la propuesta de empresas esmeralda que tan positivamente ha impresionado al crítico del New York Times citado. Y que, por otro lado, tiene notables convergencias con la propuesta de “empresa humanista” que estamos promoviendo.
Juan Manuel Sinde
Presidente de Arizmendiarrieta Kristau Fundazioa y socio colaborador de Laboral Kutxa