JMS. Empresa XXI (Juan Manuel Sinde)

21/10/2017

En las últimas décadas dos han sido los factores más importantes que han modificado el escenario competitivo para las empresas de todo el mundo: el acelerado avance de los descubrimientos científicos y técnicos y la globalización de los procesos económicos. Ello exige, en nuestro caso, competir por calidad, innovación y respuesta a las necesidades de los clientes con empresas de países con costes laborales muy inferiores a los nuestros.

Con ese marco, diversos agentes económicos han coincidido en apuntar algunas características de lo que podríamos denominar un Modelo inclusivo-participativo vasco de empresa, capaz de responder a ese nuevo escenario, basado en los siguientes ejes:

1.- Una cultura de cooperación, corresponsabilidad y preocupación por las personas (frente al paradigma de confrontación como actitud básica).

Ello comenzaría con crear un clima de confianza mediante una política de transparencia informativa sobre las variables y políticas más importantes de la empresa, así como desarrollar planes de formación con objetivos de dedicación por trabajador e incluyendo en los mismos tanto formación técnica como formación de gestión.

Implicaría impulsar políticas retributivas que no generen una gran desigualdad y favorezcan la cohesión social y establecer sistemas periódicos de evaluación y mejora continua de la satisfacción y necesidades de las personas.

Asimismo, priorizar la promoción interna para asignar funciones de mayor responsabilidad e incorporar a la mujer en igualdad de condiciones y favorecer la conciliación familiar.

2.- La participación de los trabajadores en la gestión y/o en los resultados y/o en la propiedad (frente a la separación radical de capital y trabajo), que implicaría implantar sistemas de gestión participativos, incluyendo consultas a los representantes de los trabajadores sobre las decisiones no confidenciales más relevantes.

Llegando a incorporar a algún representante de los trabajadores en algún órgano de decisión y/o control, posibilitando el acceso a la propiedad de la empresa a los trabajadores que lo deseen y hagan también una aportación económica y apoyando esta aportación con un porcentaje de los resultados para su reinversión en la empresa.

3.- La prioridad del proyecto colectivo sobre los intereses de cualquiera de los grupos de interés (frente a la prioridad de los intereses parciales de unos y otros), mediante estímulos simultáneos para accionistas y trabajadores de forma que se mejore a la vez la rentabilidad sobre fondos propios para los primeros y la retribución global para los segundos.

Destinando, por otro lado, al menos un 50% de los beneficios anuales a incrementar los Fondos Propios y % sobre ventas superior a la media del sector para actividades de I+D

 

4.- Tener en cuenta las necesidades de la comunidad en la que se asienta (frente a la separación radical de actividad empresarial y responsabilidad social), que se traduciría en cumplir rigurosamente la legislación, especialmente la laboral, medioambiental y fiscal de los países en los que desarrolle su actividad y en dedicar un % de los beneficios a actividades de Responsabilidad Social.

Este modelo podría ser un horizonte para una adaptación más inteligente, más humana y más sostenible de las empresas vascas a los retos  del mercado global.

Juan Manuel Sinde