Participar en la comunidad (Guillermo Dorronsoro)
02/03/2018
Los que vivimos en un apartamento de un bloque de viviendas tenemos la experiencia de las reuniones de la comunidad de vecinos. Hay vecinos para todos los gustos: pacíficos y combativos, tranquilos y nerviosos, silenciosos y locuaces, generosos y calculadores… También están los que pasan, los que nunca vienen a las reuniones.
En muchas casas se contrata a un administrador para que ayude a llevar la cuentas, gestionar las obras, etc. Hay bastantes detalles legales en la Ley de Propiedad Horizontal o en los aspectos técnicos de electricidad, fontanería, antenas…, y es mejor que una persona con conocimiento y experiencia gestione estos temas.
Cuento todo esto porque todos vivimos en una comunidad de vecinos, que acordamos crear tras la transición. Cada una de las viviendas (Comunidades Autónomas) acordó qué cosas quería que fuesen elementos comunes y qué cosas quería administrar dentro de su casa (a eso lo llamamos Transferencias). Votamos la Constitución y los Estatutos de las Comunidades Autónomas y a la mayoría le pareció que los acuerdos eran adecuados (en aquel momento, al menos).
La mayoría de las viviendas decidieron hacer una caja común en la Comunidad de Vecinos, y repartir luego de esa caja en función de los gastos colectivos e individuales. Lo llamaron “Régimen Común”. Hubo solo dos viviendas, Euskadi y Nafarroa, que decidieron que querían tener su propia caja, por su historia y por su identidad. Por supuesto, pagarían los gastos comunes de la comunidad de vecinos (en vez de por los metros cuadrados de vivienda, por el PIB de su economía). Lo llamaron “Régimen Foral” y el contrato que establece lo que cada uno debe pagar se llamó “Concierto” en Euskadi y “Convenio” en Nafarroa. Acordaron actualizar la metodología de cálculo de la cuota (“Cupo”) cada cinco años.
Han pasado los años y a los que acordaron la caja común les ha ido regular. Tanto la comunidad de vecinos como cada vivienda están endeudadas (algunas, mucho). No se ponen de acuerdo en el criterio de reparto y andan en negociaciones interminables, que no parece que vayan a ninguna parte… Los que decidimos tener nuestra propia caja (Euskadi y Nafarroa) estamos también algo endeudados (aunque bastante menos). Pero en general nos parece razonable seguir pagando por los gastos comunes, como acordamos.
Por supuesto, hay detalles técnicos que pueden discutirse, igual que en los portales. Que si las humedades son culpa de una tubería de una vivienda o de una bajante común, que si esto lo paga el seguro de la vivienda o el de la comunidad… Los técnicos y los peritos hacen sus informes, pero al final hay que sentarse y negociar un acuerdo, igual que en todos los bloques de viviendas del mundo.
Fácil de entender, fácil de explicar, ¿verdad?
Pues ahora varios vecinos están diciendo que nuestro acuerdo es opaco, insolidario, injusto, un privilegio insoportable. Nosotros hemos pagado religiosamente los gastos comunes de la comunidad y el administrador y los técnicos nos dicen que están conformes con esos pagos. No entendemos nada… Pero es igual, el griterío en la reunión de vecinos va en aumento. Los presidentes de varias Comunidades Autónomas opinan que hay que acabar con ese contrato o incrementar arbitrariamente lo que tenemos que pagar. Es como si una pareja decide al casarse la separación de bienes y luego uno de los dos se arruina y le dice al otro que quiere estar en gananciales. De locos.
Tú, que entras y sales del portal, oyes la bronca en la reunión de los vecinos. Subes a tu casa, pones la calefacción (porque es tuya, es una de las transferencias acordadas), enciendes la televisión (otra transferencia) y te repanchingas en el sofá. Todo funciona razonablemente bien y piensas para tus adentros: Pobre al que le toque aguantar en la reunión a los pesados de los otros vecinos…
Piensa dos veces.
Igual tendrías que quitarte las zapatillas, volver a ponerte los zapatos y bajar al portal. En estas discusiones de escalera es un grave error dejar el espacio a los que más gritan porque suelen ser los que menos saben. Es incómodo, porque vas a tener que informarte un poco de las leyes que aplican, de cómo andan las cuentas… Pero si está en juego el bienestar de nuestra vivienda o el de la empresa en la que trabajamos, solemos decidir que hay que arremangarse y entrar en el debate.
Tenemos que recuperar la cultura de la participación, es clave para que podamos resolver los retos a los que nos enfrentamos como sociedad. Antes de bajar, entra en Internet en comunidadconcierto.com y verás que hay unas cuantas personas ya que han decidido que esta conversación les interesa y no van a dejar que descarrile. Esta comunidad, además, no tiene cuotas, así que es fácil apuntarse. Vamos, participa en la Comunidad, que haces falta…
Guillermo Dorronsoro