¿Puede el Papa Francisco corregir el sistema económico vigente? (Juan Manuel Sinde. Grupo Vocento)
31/05/2021
¿Puede el Papa Francisco corregir el sistema económico vigente?
El pasado 27 de abril se celebró la reunión constituyente del Grupo Vasco de la Economía de Francisco, promovido por la Fundación Arizmendiarrieta y las diócesis vascas. Contó con la presencia de responsables del Comité de Coordinación mundial del citado movimiento y del Secretario General de UNIAPAC, asociación que agrupa a más de 40.000 empresarios y directivos de 43 países en todo el mundo.
Se daba continuidad así a nuestra participación en el lanzamiento inicial, auspiciado por el Papa Francisco, en el que fuimos los únicos ponentes del Estado español presentando el Modelo inclusivo participativo de empresa como propuesta de futuro para conciliar la competitividad empresarial y el desarrollo humano y que tuvo una excelente acogida.
El movimiento es consecuencia de la preocupación del Papa por las debilidades del sistema económico y, especialmente, por las importantes desigualdades, que derivan en el “descarte” de muchas personas del planeta. Así como de su interés en superar por parte de la Iglesia lo que denomina el pecado del habríaqueismo, “con un exceso de diagnóstico, que se limita a decir lo que habría que hacer y que debería ir acompañado de propuestas realmente aplicables”.
Es preciso decir que esa preocupación por las debilidades del sistema se está extendiendo a ámbitos hasta hace poco tiempo impensables. Así, Business Roundtable, probablemente el lobby empresarial más influyente de USA, tomó en el 2019 la decisión histórica de abandonar el principio vigente en los últimos 50 años según el cual el único propósito de las empresas debería ser proporcionar el máximo valor al accionista. Dicho propósito era sustituído por el de ofrecer una satisfacción equilibrada a los distintos stakeholders de la empresa y no tener en cuenta sólo a los accionistas.
Michel Camdessus, exdirector general del FMI, abordaba, por otro lado, el problema de la desigualdad y las graves consecuencias sociales, económicas y políticas que está generando, con el preocupante crecimiento de los populismos en USA y en Europa.
Ante esta situación, el Papa Francisco insiste en que se necesitan iniciativas conjuntas y compartidas, incluso a nivel internacional. Subraya que hace falta sacar consecuencias prácticas de los grandes principios sociales para que no se queden en meras generalidades y para que puedan incidir eficazmente también en las complejas situaciones actuales.
Por ello está animando dos movimientos de corte diferente, a los que estamos modestamente tratando de contribuir desde la Fundación Arizmendiarrieta.
Así, además del movimiento internacional antes citado, que se estructura en 12 grupos que están reflexionado sobre distintos aspectos de la vida económica, también merece la pena destacar la iniciativa denominada Council for an inclusive capitalism with the Vatican, con sede en Nueva York y promovida por fundaciones y empresas especialmente preocupadas por las necesarias reformas del sistema económico. Entre sus promotores se cuentan las fundaciones de multinacionales tan importantes como la Cia. de Seguros alemana Allianz, la consultora Ernst and Young u organizaciones como Visa y Mastercard.
Es una colaboración novedosa de líderes empresariales, que se dicen inspirados por la guía moral del Papa Francisco y se muestran dispuestos a aprovechar su influencia y recursos para contribuir a un sistema económico que sea más justo, responsable, dinámico y sostenible y a unas sociedades más fuertes, justas y colaborativas a fin de, en última instancia, mejorar la vida de millones de personas en el mundo.
Se plantean avanzar hacia un sistema que cree valor a largo plazo para todas las partes interesadas (empresas, inversores, empleados y comunidades) guiado por un enfoque que proporcione igualdad de oportunidades para que todas las personas busquen su prosperidad y desarrollo humano, equidad entre generaciones para no obtener beneficios a costa de generaciones futuras y equidad en la sociedad para con aquellos más desfavorecidos por la fortuna.
Sus miembros se comprometen a modificar en sus organizaciones las prácticas operativas y de inversión de acuerdo con los valores de confianza en las personas, justicia y responsabilidad con la sociedad.
¿Retórica o necesidad a largo plazo para evitar la quiebra del sistema?
No cabe duda, en cualquier caso, que supone un paso importante que organizaciones mundiales que emplean a más de 200 millones de personas se planteen su responsabilidad en la sostenibilidad del sistema económico y del planeta. Y que lo hagan como consecuencia también de la presión del mercado, por un lado, y de consideraciones morales, por otro.
Queda por ver la capacidad de ambas iniciativas de provocar cambios reales en la compleja realidad socio-económica mundial, pero entendemos que ambas merecen ser apoyadas, colaborando así en el intento del Papa de mejorar el sistema económico vigente.
Juan Manuel Sinde
Presidente de la Fundación Arizmendiarrieta