Si el futuro nos interpela, respondamos. El Economista. Sabin Azua

02/12/2024

Si el futuro nos interpela, respondamos

En la historia se han dado momentos muy relevantes de profunda transformación en todos los ámbitos de la vida, pero pocos de tanto alcance y profundidad como los que nos toca afrontar en estos momentos para consolidar nuestra posición de futuro. El marco político, social y económico en el que se mueve en estos momentos la dirección de las organizaciones es apasionante.

En muchos casos la pandemia que sufrimos se ha quedado en el olvido y parece una cuestión del pasado, aunque para una gran parte de la población haya transformado profundamente la vida y la visión del mundo.

Las consecuencias del cambio climático, fácilmente perceptibles en el día a día del mundo, son enormes y deberían generar comportamientos y políticas radicalmente diferentes a las actuales -o cuando menos aceleradas – para paliar sus efectos y asegurar su adaptación.

En muchas capas de la sociedad la transformación de valores está siendo amplia y profunda: crece el individualismo, la querencia por lo inmediato en los comportamientos, damos la espalda al compromiso intergeneracional y la vida se nos explica a través del hedonismo, como forma deseada de vida.

Son momentos de exacerbación de los populismos, con actitudes negacionistas ante muchos fenómenos sociales, y como consecuencia, una descapitalización de la solidaridad y de la convivencia social. El auge de la extrema derecha en Europa es una de las expresiones más peligrosas de esto, con su influencia sobre las políticas públicas, poco garantes de las libertades y los derechos individuales y sociales.

Y paralelamente sabemos que es imprescindible articular mecanismos para mejorar la calidad de vida y la esperanza de futuro para la gente de inmensas regiones del mundo; personas que viven en una situación de pobreza y de falta de derechos individuales, con pocas o nulas oportunidades para desarrollar una opción de vida. La falta de proyectos de vida fuerza movimientos migratorios importantes que tensionan la capacidad de acogida, atención e integración en los nuevos destinos.

Nuestra relación con el trabajo ha cambiado y esta nueva mentalidad aplica sobre todo en la juventud. El balance entre vida personal y profesional se decanta claramente hacia la primera, condicionando la forma en que se gestionan las organizaciones y los proyectos de futuro.

Somos la generación que más claramente ha visto que la lucha por la igualdad y la diversidad en todos los ámbitos de la vida es vital para lograr una sociedad cohesionada y que permita la generación de proyectos personales de vida para todas las personas. Muchas de las actuaciones en todo el ámbito, político, social y económico deben afrontarse desde esta apuesta vital.

Asistimos a una profunda transformación tecnológica que impacta de forma clara nuestra forma de vida y nuestra capacidad de generar nuevos marcos de desarrollo. La apasionante irrupción de la Inteligencia Artificial, de la Cuántica, de la Gestión del Dato, suponen una oportunidad enorme para seguir avanzando como sociedad, usándola con inteligencia y procurando el bien común.

La batalla geopolítica a nivel mundial es enorme. Mientras China y Estados Unidos luchan por la hegemonía. con sus correspondientes escenarios de confrontación esparcidos por todo el planeta – nuestra vieja Europa mantiene una posición testimonial, todo ello condiciona fuertemente las decisiones estratégicas de países y organizaciones, y visualizar los escenarios globales futuros adquiere una mayor presencia en las decisiones empresariales.

La lucha por el talento se ha convertido en uno de los retos relevantes para todas las organizaciones, como elemento de mejora competitiva. La necesidad de desarrollar políticas de atracción, desarrollo y fidelización del talento es una de las batallas más complejas que se dan a nivel internacional por su impacto directo en el desarrollo de empresas competitivas sostenibles en el largo plazo.

Pese a ello, el mundo se encuentra en la mejor situación de la historia. Pese al enorme problema de la desigualdad en todos los ámbitos, jamás un número tan significativo de personas ha accedido a estos niveles de bienestar. El trabajo en este campo es enorme y debe ser parte esencial del compromiso de toda la ciudadanía, países y organismos del mundo.

La búsqueda de la mejora de la competitividad y de la calidad de vida de las personas viene dada por una apuesta por una mayor cohesión social, resultante de la generación de riqueza y la reducción de las desigualdades sociales. Nuestra apuesta pasa, indefectiblemente, por mejorar los niveles de cohesión social en el mundo.

Desde mi punto de vista, la respuesta colectiva a los nuevos retos sociales debe recuperar a la Comunidad como el marco en el que desplegar su transformación social y competitiva. Desde un respeto por el desarrollo del emprendimiento individual y su desarrollo, necesitamos que la vida social se asiente sobre la solidaridad, el valor compartido, el compromiso intergeneracional, debemos dejar a nuestros sucesores un mundo mejor que el que hemos recibido. La máxima “todo mundo aporta en función de sus capacidades y, recibe en función de sus necesidades”, cobra especial sentido en esta visión comunitaria de la sociedad, en el marco del compromiso colectivo por lograr los mayores niveles de justicia social posibles.

En el ámbito empresarial, nuestro reto fundamental es generar espacios competitivos que respondan a las transformaciones políticas, sociales y económicas que se señalaban previamente. Siempre adaptadas a la identidad de cada organización de acuerdo con su historia, presente y aspiración de futuro:

  • Generar un propósito estratégico de futuro para la empresa (alejado de las modas) que identifique el sentido de dirección y, materialice su opción de futuro buscando articular una causa que pueda atraer y fidelizar a los profesionales en torno a un proyecto ilusionante del que valga la pena formar parte. Hoy mas que nunca necesitamos visualizar el futuro y desarrollar el proyecto en torno a esa visión.
  • Trabajar en la definición de diferentes escenarios de futuro, dada la complejidad del mundo, para encontrar caminos que nos posibiliten responder a las transformaciones.
  • Mantener conversaciones estratégicas constantes, solos y con la participación de personas que aporten pensamiento divergente para afrontar el proceso de toma de decisiones cambiante. En mi experiencia este hecho no es muy frecuente en muchas de las organizaciones de nuestro país, pero es fundamental para visualizar futuros y adoptar líneas de acción coherentes con ellos.
  • Hacer un refuerzo de la ideología, los valores y los compromisos sociales de la empresa; para vincular a las personas con el proyecto empresarial. Hacer partícipes a las personas de la organización en la formulación de estas pautas de comportamiento de naturaleza individual y colectiva.
  • Establecer nuestra praxis de gestión donde la empresa se defina como Comunidad de Personas, dónde podamos favorecer el desarrollo individual y el colectivo, atendamos a las necesidades de todos y todas, fomentemos un proyecto compartido de futuro y, generemos espacios de empleo de calidad y un adecuado reparto de rentas.
  • Fomentar las políticas de igualdad y diversidad en el seno de la organización. Avanzar en la igualdad es una condición sine qua non para el desarrollo competitivo. Nuestras empresas ya tienen un componente multicultural que debe potenciarse como marco ideal para generar estrategias y prácticas de gestión más innovadoras.
  • Pasar de la digitalización a la utilización de la economía del dato y la inteligencia artificial, no solamente para mejorar procesos, sino como fuente de ventaja competitiva en la transformación de productos y servicios, mecanismos de atención a los clientes y al ecosistema de agentes con los que se relaciona la empresa, buscando una ampliación de nuestras capacidades como organización.
  • Procurar una adaptación a las nuevas formas de trabajo y a las necesidades de las personas de la organización, utilizando la tecnología necesaria, los mecanismos de relación pertinentes y, su involucración en el futuro de la organización. Hacer empresas atractivas con un proyecto ilusionante, unas formas de trabajo adaptadas a las nuevas realidades que surgen y, coherente con la diversidad y la multiculturalidad.
  • Establecer estrategias empresariales que integran la rentabilidad económica y la rentabilidad social en su ADN y en todos los ámbitos de gestión. La vinculación de los objetivos empresariales con los de acción de mejora de la sociedad tendrán cada vez más impacto en la generación de estrategias innovadoras de futuro.

Tenemos una ingente, pero apasionante e ilusionante tarea por delante, que nos obliga a reinventarnos permanentemente, a trabajar con una visión de cooperación interna y con otros agentes del entorno socioeconómico en el que desarrollamos nuestra actividad. Este entorno nos interpela permanentemente y, tenemos que afrontarlo con optimismo en el marco de un proyecto compartido por el que apostar.

Necesitamos liderazgos colaborativos, dónde la inteligencia colectiva se ponga al servicio del proyecto, generando marcos para la participación adecuados. Trabajar con la máxima del proverbio sudafricano: “El presente es confuso, el futuro perfecto”. Generemos esa causa común que nos impulse y motive para avanzar hacia este estado.

 

 

Sabin Azua
Presidente de EUSMEX S.L.