Trump 2.0 y las empresas vascas. Grupo Noticias y Gara. Jon Emaldi

30/03/2025

Trump 2.0 y las empresas vascas

Con el primer gobierno Trump algunos economistas interpretaron que entramos en una nueva etapa. Entre ellos J Bradford DeLong, profesor de Economía en la prestigiosa Universidad de Berkeley, en un libro de 2022 traducido como «Camino a la utopía«.

Es un gran libro con un planteamiento poco frecuente, porque al analizar la enorme mejora de las condiciones materiales en el siglo XX, al menos para las personas autóctonas en los países industrializados, insiste en que estos avances en las variables económicas son solo una parte en el camino a la utopía que supone una vida sin agobios económicos, pero también con salud, seguridad, educación y felicidad para la gran mayoría de los habitantes. Generando relaciones de cooperación entre cercanos y también entre países.

Bradford describe la vuelta al neoliberalismo y la desregulación a finales del siglo XX. Hasta la crisis de 2007, gracias a las enormes productividades derivadas de la revolución en las tecnologías de la información, aprovechando políticas de retorno al mercado, globalización, especulación y limitación de la intervención pública, se obtuvieron ritmos de crecimiento sostenidos, generando enormes desigualdades. La crisis, la política de «esperar y ver» (España fue uno de los Estados que más tarde reaccionó) y la lenta recuperación posterior, durante la cual además siguen creciendo las desigualdades, las valora como  el disparador del descontento y desafección con las políticas y los políticos que marca el pasado cercano y el presente. Y esa desafección, esa pérdida de confianza entre ciudadanía y gobernantes, le hacen interpretar 2016 como el inicio de un nuevo ciclo caracterizado por la posición de la administración Trump, cuya visión de las relaciones internas y externas es de sospecha, enemistad, agresión y crueldad: el resto de países se aprovechan de EUU, debemos recortar impuestos a los más ricos, niegan los riesgos climáticos, se generaliza una vuelta a la desregulación, incluso se niegan evidencias científicas en la pandemia generando un número de muertos inusitado.

Por supuesto la administración Trump 2.0 insiste en esta lista, reforzando en especial lo referente a la enemistad hacia otros países y la crueldad hacia los migrantes y sus descendientes.

Este ciclo incrementa las incertidumbres para nuestras empresas, como los riesgos para sus exportaciones ante frenos a la competencia internacional, escaso crecimiento e imposición de aranceles. Ante ello, en línea con el informe Draghi a la Comisión Europea, una clave es el incremento en la productividad. A nivel macro, la prioridad es los esfuerzos de inversión público-privada en nuestra industria y la necesidad de ponernos al día en la carrera en tecnologías de la información y la revolución digital. A nivel micro, nuestras empresas, para elevar su competitividad internacional, deben participar en ese esfuerzo inversor, pero necesitan adaptar su organización y su funcionamiento interno asegurándose un mayor valor añadido en cada persona de su plantilla.

¿Cómo hacerlo?¿Por dónde empezamos? Desde el convencimiento hacia la práctica. Empezando por los conceptos, EUSKALIT, la Fundación Vasca para la Gestión Avanzada, insiste en introducir en la gestión el concepto de Propósito, de modo que la empresa aporte sentido, ideales a los que aspirar, orientación, unión y motivación, yendo más allá de los objetivos de negocio, y así consiga alinear a las personas con los objetivos de la empresa. Otra referencia, esta internacional, la de un gurú como Porter, al que aquí conocemos, de la mano del Lendakari-ordea Jon Azua, por la idea de los cluster. Porter insiste en sustituir el objetivo de maximizar el valor para el accionista por el de maximizar «Valor Compartido» para «desencadenar la próxima ola de innovación y crecimiento de la productividad». Creación de valor compartido entre propietarios, trabajadores, y la sociedad en general.

Pasando a la práctica, cualquier innovación parte del compromiso de los responsables. Compartida la importancia de la cohesión y alineación hacia el proyecto común, es decir, hacer que las personas compartan los objetivos de la empresa porque incorporan elementos que refuerzan también sus objetivos personales, el siguiente paso es desarrollar y comunicar planes de gestión que ponen el énfasis en la participación de directivos, directivas y resto de trabajadores, especialmente en los equipos y procesos de trabajo, y en la toma de decisiones.

Para convencerse, los decisores necesitan un modelo de referencia, claro, cercano, posible, y unas realidades de éxito que copiar. Partiendo de los éxitos de las cooperativas fundadas por un cura rupturista como fue dn. Jose María Arizmendiarrieta, y con la colaboración destacada de Euskalit, contamos con un modelo de referencia, el Modelo Inclusivo Participativo de Empresa, que conoce ya unas cuantas variantes adaptándolo a realidades y sectores diferentes. Y cada año reconocemos en los Premios Arizmendiarrieta a un número de empresas por capitales y otras organizaciones como referentes por su éxito tras la implantación de prácticas participativas.

El ciclo actual en los mercados exige acelerar los cambios y la adaptación: priorizar la reinversión y la innovación, apostar por la comunicación interna y la formación de las plantillas, el empoderamiento de los equipos de trabajo, la participación de las personas en los resultados, y otros cambios priorizando la mejora de la productividad y la competitividad internacional. Lo positivo es que tenemos referentes con buenas prácticas, orientaciones e incluso indicadores para seguimiento de los avances.

 

Jon Emaldi
Miembro de Arizmendiarrieta Kristau Fundazioa. Socio de Laboral Kutxa. Profesor jubilado de Finanzas en DBS – Deusto Business School