Un nuevo año es un libro en blanco. El Economista. Sabin Azua

04/03/2024

Un nuevo año es un libro con las páginas en blanco por escribir

A la hora de decidir el tema de estas colaboraciones periodísticas habituales no me he podido resistir al influjo social de acompañar el momento de arrancar la última hoja del calendario de este año, con una expresión de deseos y compromisos para el nuevo año que se estrena. Tenemos muy arraigada en nuestra sociedad esta costumbre. Muy loable, por cierto, pero que termina en la mayoría de las ocasiones en el olvido a partir del momento que enfrentamos la realidad del día a día.

Es muy difícil mantener una actitud positiva ante la inmensidad de los problemas y conflictos que nos rodean. Aun cuando el mundo no ha tenido jamás un nivel de bienestar como el que se disfruta (muy desigualmente) en la actualidad, nos enfrentamos a un genocidio en Gaza, a un conflicto armado derivado de la invasión de Ucrania, a guerras y violaciones de derechos humanos de forma sistemática en África, a la migración permanente de grandes colectivos humanos que buscan sobrevivir, a los efectos del cambio climático que condicionan el futuro de las próximas generaciones, a la polarización de los comportamientos sociales y políticos, etc. Un escenario de película de terror que condiciona profundamente nuestra vida y la forma en que generamos riqueza para combatirlo.

Como dice Sir Ronald Cohen en su libro “Impacto: Transformar el Capitalismo para lograr el cambio”, en todo el mundo, los desafíos medioambientales y la desigualdad económica han seguido aumentando. Ahora es más urgente que nunca transformar nuestros sistemas económicos y sociales para que reduzcan las brechas sociales y aborden nuestros desafíos medioambientales. Para lograrlo, nuestras economías deben hacer la transición hacia economías de impacto que generen soluciones a través de empresas e inversiones innovadoras que crean beneficios e impacto simultáneamente. Las economías de impacto son de vital importancia para reducir la desigualdad social y económica generalizada. Los gobiernos tienen un importante papel que desempeñar en esa transición, impulsándola mediante la introducción de normativas, incentivos de apoyo, comportamientos e inversiones con alma alineadas con tal propósito. La justicia social debe dictar nuestras respuestas políticas, de modo que restauremos el tejido de nuestras desgarradas sociedades.

Esta realidad económica y social – a la que debemos añadir las necesidades intrínsecas de la competitividad de las empresas a nivel internacional, con escenarios de mayor complejidad para el desarrollo y pervivencia de los proyectos empresariales – nos invita a mirar el futuro que nos viene con ojos nuevos, a la vez que se aprovechan los aprendizajes anteriores, nos permitan una mirada limpia para configurar nuestras organizaciones.

Es por ello por lo que el nuevo año me invita a asimilar la búsqueda de mecanismos de gestión de nuestras organizaciones que integren la búsqueda de nuevos paradigmas de gestión y de organización empresarial, con el proceso de aprendizaje y creación de nuevos escenarios que se da en la niñez.

Es la época de nuestra vida presidida por atributos como la curiosidad, la imaginación desbordada, la experimentación permanente, la transgresión en el seguimiento de las reglas de juegos establecidas, el disfrute real de las vivencias en las que nos sumergimos, la apertura hacia los demás materializada en la capacidad de jugar con cualquier otro sujeto extraño, el descubrimiento permanente de nuevas sensaciones y emociones, la vitalidad exasperante para los cansados padres y madres, la pasión entregada al logro de lo deseado, la invención de nuevos juegos y mecanismos de conexión con otros humanos, etc.

Reivindico el papel de la curiosidad como un activo estratégico de las organizaciones, fuente permanente de innovación y diferenciación frente a competidores, donde la imaginación y la ideación, – como en nuestros juegos infantiles, dónde disfrutábamos un futbol jugado con balones hechos con trapos y periódicos, porterías armadas con nuestros jerséis, con reglas autoimpuestas -. La imaginación es un fuerte catalizador para la innovación ya que de ella surgen un número mayor y más efectivas soluciones.

La curiosidad reta de forma permanente nuestros pensamientos, nuestras reglas y nuestros paradigmas, señala nuevas necesidades y permite la búsqueda de soluciones innovadoras. Es en ese marco, dónde la Inteligencia Artificial Generativa presenta un nuevo elemento que genera avenidas excitantes para favorecer la imaginación, la curiosidad, la experimentación y la innovación.

En este mundo de incertidumbres, de fuerte competencia, de cambios en muchos paradigmas sociales, de cambio en la valoración social del trabajo y de la empresa, etc., es muy fácil caer en la tentación de centrarse en la capacidad de ejecutar operaciones, de administrar recursos, olvidarse de desarrollar proyectos de futuro ambiciosos, creativos y de riesgo, que contribuyan a generar riqueza para las futuras generaciones y aporten condiciones de sostenibilidad del modelo social.

El mantenimiento de la capacidad de soñar implica tener capacidades intelectuales abiertas, ilusión por vivir nuevas experiencias, capacidad de modificar el entorno en el que nos movemos, interacción afectiva con quienes nos rodean, tener un “para qué” que guie la existencia. No podemos entender la vida en las empresas como una mera ejecución de acciones inconexas, sino más bien incorporadas en una voluntad de permanente transformación de las personas.

Miremos hacia nuestras propias organizaciones y pensemos en la forma en que tratamos la creatividad y la espontaneidad. En la mayoría de las empresas establecemos procesos rígidos y poco estimulantes para la creatividad personal, el control prevalece sobre la creación, la repetitividad sobre la exploración, el hacer frente a la curiosidad.

Coincidiendo con el inicio del nuevo año, me gustaría animar a las empresas a generar mecanismos para que las personas disfruten apasionadamente del juego de la creación de valor, de la curiosidad y de la experimentación como mecanismos de trabajo diarios. Hacer posible que las personas se apasionen en la búsqueda de los objetivos comunes, que exploren sistemáticamente el azar, que valoren la emoción tanto como el saber y que sean capaces de transmitir toda su energía y vitalidad a los agentes con lo que se relacionen.

Sin pasión y sin amor por la realidad que se pretende construir no hay futuro para las organizaciones. Acompañemos nuestros proyectos de gente con capacidad de amar. Como dijo Chavela Vargas: “Las personas, simplemente, aman o no aman. Las que aman, lo harán siempre a todas horas, intensa y apasionadamente, los que no aman, jamás se elevarán ni un centímetro del suelo. Hombres y mujeres grises, sin sangre”.

 

Sabin Azua
Presidente de EUSMEX S.L.