Arizmendiarrieta y Flamarique, dos curas de pueblo. Noticias de Navarra. Jesús Muruzabal
29/09/2024
FLAMARIQUE Y ARIZMENDIARRIETA: dos curas de pueblo
Cuando el economista alemán Ernst Schumacher publicó su famoso libro “Lo pequeño es hermoso” casi se cumplía el centenario del nacimiento de Victoriano Flamarique (1872-1946) y faltaban tres años para el fallecimiento de José María Arizmendiarrieta (1915-1976), dos sacerdotes que se adelantaron y, salvando las distancias, aplicaron teorías similares, con obras prácticas.
El cooperativismo agrario navarro y el industrial guipuzcoano nacen de la mano de dos curas de pueblo que conscientes de las penurias de las clases populares deciden pasar a la acción.
Con cincuenta años de diferencia y diferentes situaciones sociales y políticas, ambos deciden actuar: uno en la Navarra rural y el otro en la Gipuzkoa de la pequeña industria
En el caso navarro, tras la fundación en 1904 de la Caja Rural de Olite, la expansión es muy rápida y en cada pueblo, fomentada por el párroco, se crea su caja rural. Pronto ven la necesidad de agruparse y en 1910 las cajas fundan la Federación Católico Social, actualmente AN Sociedad Cooperativa en el aspecto económico, Caja Rural de Navarra en el financiero y Unión de Cooperativas Agrarias de Navarra (UCAN ), en el representativo.
El cooperativismo agrario navarro que nace financiero, cajas rurales siguiendo el modelo Raiffeisen, es básicamente de servicios: suministros, venta en común, etc.
Hoy presenta cifras que V. Flamarique no podría imaginar. Las aportaciones a la Caja de Olite el año de su fundación fueron de 28.000 pesetas (168 euros actuales).
Actualmente, la Caja Rural de Navarra cuenta con 650.000 clientes, que han depositado 12.000 millones de euros y a los que se ha concedido crédito por 9.000 millones. Y AN agrupa a 171 cooperativas con 35.000 agricultores y ganaderos, 1.983 empleos directos y 1.689 millones de euros de facturación
No puede negarse que más de cien años después: lo pequeño, además de hermoso, ha triunfado.
El Grupo de Mondragón, centrado en el cooperativismo de trabajo, presenta unas ventas superiores a los 11.000 millones de euros y cuenta con 70.500 trabajadores, lo que da idea del éxito de aquellos que creyeron que el cooperativismo podía ser la solución a la difícil situación económica derivada de la guerra 1936-1939.
Ambos modelos han pretendido satisfacer las necesidades de sus socios. En el agrario navarro, en los primeros años podemos ver que, a partir de las cajas rurales, se crearon harineras, alcoholeras, electras, bodegas etc.
En el caso de Modragón, las industrias y posterior creación de la Caja Laboral Popular, se completan con la de consumo (EROSKI) y una diferencia considerable la importancia que se le ha dado desde el inicio a la formación e investigación que culmina con la Universidad (cooperativa) de Mondragón.
Dos experiencias con similitudes y diferencias. Entre las primeras: sus promotores son sacerdote sensibilizados por la situación económica y que entendieron que su apostolado consistía también en preocuparse por el bienestar de sus vecinos. Optan por pequeñas empresas que se consolidan en el tiempo, superando ya los cien años en el caso navarro, y que se constituyen en grupo cooperativo. Ambos promotores son atacados por los empresarios, e incluso por parte del clero, que consideran que el modelo cooperativo va contra sus intereses y contra “el orden social”. También coinciden en la férrea voluntad para sacar adelante sus proyectos.
Entre las diferencias, los sectores en los que trabajan; el tipo de cooperativa, ya que en el caso navarro no son de trabajo; la importancia que se concede a la formación e investigación; y el grado de expansión hacia el exterior.
Lógicamente, estas circunstancias están condicionadas por la diferente situación y época en que nacen.
A pesar de ser promovidas por sacerdotes, el carácter religioso es significativamente más influyente en el caso navarro, mientras que en Mondragón, la religión se considera como un aspecto personal, manteniéndose las cooperativas neutrales en lo político y religioso.
Un aspecto curioso es que siendo 50 años anterior la experiencia navarra, no hay relación entre ambos modelos y parece que Arizmendiarrieta no tuvo en cuenta o no conocía la experiencia cooperativa navarra.
Los enemigos creados y el fracaso económico de Bodegas Iruña, sociedad fundada por las bodegas cooperativas junto con socios bizkainos para exportar a América, hicieron que, en el año 1927, Flamarique fuera nombrado canónigo de Tarazona y apartado del movimiento cooperativo. En el caso de Arizmendiarrieta estuvo hasta el final de su vida dirigiendo el proyecto.
El lehendakari Urkullu declaraba que “cuando recibo delegaciones diplomáticas encuentro que no es conocida la persona, pero sí la obra”. Y lo mismo puede decirse de Flamarique, hoy prácticamente desconocido en Navarra. La fundación Arizmendiarrieta está trabajando por dar a conocer la persona, mientras que, como escribía el historiador olitense, Javier Corcín, “la sociedad navarra tiene una deuda (con Flamarique) por su entrega y aportación al cooperativismo”.
El éxito de los dos modelos hace pensar en lo que podrían ser capaces de lograr si, en el futuro se estableciera algún tipo de colaboración entre estas dos experiencias que, hasta ahora, han estado tan cerca y tan lejos.
Jesús Salvador Muruzabal Lerga
Economista